miércoles, 6 de marzo de 2013

SANTANDER, POR MIRELLA RUIZ-COTORRO




Al observar esta foto por millonésima vez, me vienen infinitos recuerdos a la mente, de absolutamente todas las épocas del año, y de todos los años de mi vida. También imagino mi vida admirando esta imagen, viéndola todos los días al despertar. Se podría confundir con cualquier momento del día en cualquier época del año, por el tiempo santanderino tan impredecible y homogéneo. Es una imagen que hay que analizar, a simple vista cualquier ignorante de la vida vería una playa cualquiera, un día cualquiera, con unas personas desconocidas y unos cuantos edificios sueltos al final, como si alguien los estuviese intentando olvidar. Pues bien; se muestra la playa, lugar con infinitos momentos, recuerdos… Tardes, días enteros en un lugar que para cualquier persona de a pie no tiene ningún sentido, sería un lugar más donde bañarse, pero evitando un poco la rutina de tu ducha usada o de tu pequeña bañera. Para otras personas, que saben apreciar lo pequeño y lo hacen grande, se puede decir que la playa representa familia, unión y amistad. Significa lugar de reunión. Significa risa. Significa todo aquello que no se podría comprar con un par de billetes, algo que poca gente aprecia. Un simple toque de palas, o una partida a las cartas, un helado al atardecer, o un baño al anochecer, cualquier mínimo momento, aquí puede convertirse en una ‘pequeña grandeza’ , por así decirlo. Aquellos edificios sueltos al final, aquellos de los que nadie se acuerda. Aquel plano de la foto para el que posiblemente tengamos que achinar los ojos y cerrar un poco los párpados para ver con claridad. Entre esos edificios se encuentra un hotel, al que posiblemente todos los abuelos de cualquier persona de esta ciudad fueran a tomar un chocolate con churros un día lluvioso, o unas tortitas con nata, o unas simples patatas fritas, como si de un mercadillo de pueblo se tratase. Era un lugar de reunión, en el que todo el mundo se conocía y desconectaba, en el que la gente disfrutaba del placer de comer mientras pasa tiempo con los suyos. Y quién puede imaginarse que una simple cafetería de hotel turístico pueda abarcar tanto… Pues así es. Son edificios blancos que, para mí, significan pureza. Gente que sabe disfrutar lo que tiene, gente abierta, dicharachera. Solo quería expresar una frase con todo este texto sobre mi sitio preferido del mundo: ‘Ojala puedas ver la belleza que viene de las cenizas’ .
Mirella Ruiz-Cotorro Carrera, 3º ESO A

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