lunes, 11 de febrero de 2013

LA PLAZA DE CHAMBERÍ, POR JAIME VICENTE

En la imagen se puede ver la plaza de Chamberí, lugar en el que la mayor parte de mis amigos y yo pasamos las tardes, lugar de malos y buenos momentos, de miedo y angustia y a la vez de esperanza y buen rollo, lugar en el que hemos crecido, lugar de ofrecimientos extraños porque a todos nos han ofrecido cosas raras, y sin embargo seguimos yendo, nadie se pregunta el porqué, pero si nos lo preguntaran sin duda responderíamos que es porque una parte de nuestras vidas está allí, entre esos setos, esa fuente en la que la gente se mete en verano, esos bancos individuales que rodean los árboles como se puede apreciar en la imagen, y en los que nos hemos sentado cuatro en los fríos inviernos de Madrid, pero sin embargo no nos cansamos de esa monotonía, de acudir todas las tardes, ya llueva o nieve, no nos cansamos de las incontables ambulancias que han recorrido los alrededores o de los coches de policía que pasean por si ocurre algo, no nos cansamos por el simple hecho de que es nuestra adolescencia la que ha transcurrido allí.
Jaime Vicente, 3º ESO A 

miércoles, 6 de febrero de 2013

DESCRIPCIÓN CON LOS CINCO SENTIDOS, POR JAIME VICENTE


Es incolora e inodora, pero sin embargo imprescindible, todos desean verla, encontrarla en otros lugares o planetas para huir de éste del que somos esclavos.
También tiene un tacto... ¿cómo describirlo? Un tacto fresco, como de hielo derretido y un manjar para nuestras papilas gustativas, aunque insípida pero, tal vez sea la sustancia que más placer da, es por eso que cualquiera de nosotros quitaría una vida por ella, una o las que hicieran falta porque repito, es imprescindible. 

Jaime Vicente, 3º ESO A

LA CIUDAD, POR JAIME VICENTE


En la imagen se describe una pequeña ciudad, en el centro de la escena un parque, tal vez un pequeño bosque, bastante frondoso que es para sus habitantes un pequeño rincón de paz, de aire puro y limpio, un descanso de ruidos de teclas de ordenador, motores y murmullos de la gente, preside en lo alto, un cielo azul, abierto de par en par. Sirviéndole, los rascacielos y otros edificios, los hay altos y bajos y, a los pies de estos, algunas fuentes o grandes arcos parecen decirte: ¡Esto es una ciudad limpia!
Pero también se pueden apreciar las masas de coches, que aturden  la ciudad con sus cláxones y motores, este es nuestro día a día, nuestro triste día a día. Pero los días pasan, y en estas grises torres basamos nuestra vida, social y profesional. En este progreso gris las grúas, de hierro, vigilan, atentas girando sobre sí mismas, están pendientes de todo, de ti y de mí. Con suerte, solo un poco de suerte, todavía quedará gente inteligente, que no esté sumisa en todo esto, que sale a pasear al parque, a nuestro único rincón de paz y aire limpio. 

Jaime Vicente, 3º ESO A

domingo, 3 de febrero de 2013

EL ARTISTA, POR ANA VILLANUEVA


El pintor Antonio López en una imagen de la película 'El sol del membrillo'

Alzó su vista al lienzo frunciendo el ceño, los colores reflejados en su retina. Por mucho que lo intentara, no conseguía darle a su azul el tono vivo que necesitaba. Volvió a coger su pincel, hundiéndolo suavemente en el aguamarina de su paleta caoba. Toda la habitación olía a aceite de linaza, inundada por la agria esencia del óleo recién pintado. En el silencio sólo de oía el movimiento de su pincel, rasgando el lienzo como dedos que rasgan las cuerdas de un arpa. Se llevó la mano al mentón volviendo a estrechar su mirada, esta vez sin molestarse en soltar el pincel. Podía sentir el frescor de la pintura secándose lentamente en sus manos y ropa, impregnándolas de su sabor amargo. Sus cinco sentidos estaban puestos en aquel cuadro, como cada vez que pintaba algo: Se sumergía en los colores, en las formas, en la textura del lienzo, mezclándose con él; y no había nada ni nadie capaz de sacarle de allí. Podía sentir la brisa del paisaje que estaba pintando, alborotándole el cabello y las ropas; podía oler la fragancia de aquel pinar lejano, podía sentir en su boca el sabor dulzón de aquellas jugosas frambuesas rojizas, podía oír el murmullo de aquel río que no conseguía pintar, y era capaz de observar cada detalle de cada hoja en el interior de su cabeza. Mucha gente decía que era un genio; que ninguna persona era capaz de pintar de esa manera. Pero él no era una persona: él era un artista.

Ana Villanueva, 3º ESO B

LAS CROQUETAS, POR BLANCA ALONSO



Ese olor a frito que te llega desde la cocina es un buen indicio de la gran cena que te espera. Entras a inspeccionar y te das cuenta de que todo lo que habías pensado era cierto, ves esas masas ovaladas de color tostado que desprenden un olor delicioso. No puedes esperar a probarlas así que sin que nadie se dé cuenta entras sigilosamente a la cocina y coges una con la mano apreciando así su alta temperatura y tacto áspero. Al morderlas despacio tras oír un pequeño crujido del rebozado llegas a la mejor parte, el interior cremoso proporcionado por la mantequilla, con un ligero toque de jamón y cierto sabor a pollo que hacen de este plato un bocado completo y exquisito. Una mezcla de sabores que es un auténtico disfrute para cualquier paladar.
Blanca Alonso, 3º ESO A

EL TEMPLO DE DEBOD, POR BLANCA ALONSO




Tras un pequeño parque lleno de árboles, perfecto para respirar tranquilidad en la ciudad de Madrid, se oculta una pequeña parte del antiguo Egipto, el Templo de Debod. Aunque detrás de él se ven los edificios, no del todo altos, el templo parece querer ocultarse de la civilización rodeándose de una pequeña zona verde. Unos grandes arcos lo presiden y como si aun estuviésemos en el antiguo Egipto lo rodea un estanque no muy profundo.
Detrás de los arcos ya nombrados antes, se halla el templo con cuatro pequeñas columnas, dos a cada lado de la puerta. En el interior del templo se encuentra un museo sobre el  mismo, aunque no parezca muy grande el museo no tiene desperdicio alguno.
Verlo iluminado por la noche es  como disfrutar de una buena puesta de sol. Las luces resaltan entre la oscuridad el color arena de la piedra que lo forma. Hacerle una foto en este momento del día es el deseo de cualquier fotógrafo que sepa de este lugar. 

Blanca Alonso, 3º ESO A
 

LA ISABELA, POR ANA GARCÍA




Éste es un paisaje de una finca en Segovia, es un lugar muy especial para mí, ya que llevo desde pequeñita yendo allí. En primer plano aparecen dos perros, uno a la izquierda y otro a la derecha, un poco más atrás, en el centro aparecen unos cuantos caballos en grupo, teniendo el protagonismo en la fotografía. Un poco más a la derecha y alejado del grupo, se encuentra otro caballo, de color más oscuro que los demás. Si observamos bien se ve a la izquierda un caminito que baja, y que continúa al fondo dando un giro a la derecha y separándose justo en medio de la imagen. Al fondo se ven una serie de pequeñas montañas desde donde nos encontramos, pero en realidad son más grandes de lo que se percibe en la fotografía. En el fondo del paisaje se aprecia que, entre las dos colinas que se ven, hay una serie de árboles, y por en medio, aunque no se aprecie en la fotografía, transcurre un río. Los colores son primordialmente distintos tipos de verdes, y una zona azul, el cielo. También hay contraste de colores en los animales, hay un perro negro y otro blanco, y caballos negros y blancos. Cuando observas este paisaje tienes distintas sensaciones, principalmente sientes tranquilidad, cada vez que estoy allí es lo que siento. También me vienen a la mente todos los buenos recuerdos que he pasado allí durante toda mi vida, estar ahí es como un desahogo para mí.


Ana García Aguilar, 3ºESO A