En este paisaje se pueden oler y
percibir mediante el oído y el tacto tanto la humedad del ambiente, que por las
noches puede resultar heladora, como los grillos de la noche y el murmullo de
las olas del mar. Si tocas las algas que se
amontonan en la orilla haciendo montoncitos, tus manos luego huelen a mar y si
las chupas, saben a sal. Todo lo que tus ojos pueden ver
es ese mar azul y enorme y de vez en cuando algún delfín o buque en la lejanía. Los cinco sentidos realizan su
función de una forma increíble en Finisterre. El tacto, el oído, el olfato, la
vista y el gusto.
Luis Creus, 2º ESO B
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