Veo la casa de mi abuela, tan chiquitita y cuca como siempre, con su tejado rojo y su puerta de madera maciza. Me llegan sus olores inconfundibles a bizcocho, tortilla, tarta, rosquillas, lo que esté cocinando…
Oigo los canarios que
tiene en el salón, el sonido del reloj de cuco, la televisión...
Toco las paredes y siento el papel pintado,
la textura tan suave de sus sábanas, edredones…
Me encanta saborear los
pasteles que hace mi abuela, tienen un sabor realmente bueno, cualquier cosa
que haga me encanta.
Henar García, 3º ESO A
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