Ese olor a frito que te llega desde la
cocina es un buen indicio de la gran cena que te espera. Entras a inspeccionar
y te das cuenta de que todo lo que habías pensado era cierto, ves esas masas
ovaladas de color tostado que desprenden
un olor delicioso. No puedes esperar a probarlas así que sin que nadie se dé
cuenta entras sigilosamente a la cocina y coges una con la mano apreciando así
su alta temperatura y tacto áspero. Al morderlas despacio tras oír un pequeño
crujido del rebozado llegas a la mejor parte, el interior cremoso proporcionado
por la mantequilla, con un ligero toque de jamón y cierto sabor a pollo que
hacen de este plato un bocado completo y exquisito. Una mezcla de sabores que
es un auténtico disfrute para cualquier paladar.
Blanca Alonso, 3º ESO A
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